Laura veía cómo se agotaba el saldo de su cuenta Nauta sin que ella pudiera mover un dedo. Alguien consumía sus horas mientras el navegador notificaba insistentemente: “su cuenta está en uso”. Como ella, todos los días llegan clientes a las oficinas de Etecsa para reportar el robo de su dinero, pero la mayoría de las veces solo logran detener el desfalco y cambiar la contraseña del usuario.
“La persona que me atendió, me explicó que podía pasarme de nuevo, pero si yo soy su cliente, ¿cómo me van a dejar desprotegida? Entonces me responde que la empresa no podía hacer más, solo quedaba ir a la Policía”, cuenta la joven.